Hoy no estoy bien, y no estoy bien porque no estoy de malas, y si no estoy de malas no puedo hilar palabras ni maldecir a las cosas sin hipocresía de mi parte, y en lo único que me puedo concentrar (aparte de la apatía que de todos modos sigo sintiendo aún cuando no pienso) son en frases inconexas que nada más se tratan de mi, de mi situación y de como ninguna de esas dos cosas me agrada.

Venga pues un ejemplo:

Salí de mi depa pensando y sintiendo lo precoz de mis ganas; de como se me adelantaron por años, decadas, y como en vez de madurar se hicieron mucho más viejas y apáticas que yo. O, al contrario, de como se quedaron en el punto de partida esperando a otra carrera más interesante que esta y en la que nunca llegaron a participar; de como poco a poco fueron perdiendo su importancia y la memoria del camino que tenían que seguir; de como junto conmigo se les condenó, a manera de bendición, al olvido ese que todo lo perdona.